Después de aquel desmayo inesperado, tomé una decisión: comenzar a cuidarme de una manera más consciente. Sin embargo, pronto me di cuenta de que el camino del autocuidado no es tan simple como quererlo. Descubrí que existen factores mucho más profundos en juego: patrones arraigados, emociones sin resolver, traumas del pasado, incluso la historia familiar.

En mi travesía, me enfrenté a resistencias internas que parecían bloquear mi progreso. Pero aquí está el giro: al dirigirme directamente a esos traumas y aspectos emocionales, descubrí una verdad reveladora. Si realmente deseaba el bienestar, tenía que adentrarme en mi propia historia y enfrentar lo que había estado evitando.

Yo misma lidié con la frustración de no seguir las recomendaciones de hábitos saludables y alimentación. Me encontraba en medio de un proceso de sanación, pero a veces me hallaba atrapada en atracones y en hábitos que sabía que no me cuidaban. Fue entonces que comprendí que la clave radicaba en trascender estos obstáculos emocionales.

Fue el enfoque sistémico, abordando mis adicciones y atracones desde un nivel emocional y sistémico, lo que finalmente me brindó la paz que anhelaba. Al trabajar en la raíz de mis patrones y emociones, pude liberarme de las ataduras que me impedían avanzar hacia un bienestar pleno.

Esta historia es una lección en la complejidad de nuestro ser, y en la importancia de enfrentar todas las capas de nuestro ser para alcanzar la armonía. El camino hacia la transformación no es lineal ni fácil, pero es un viaje que vale la pena emprender.